miércoles, 11 de marzo de 2009

Capítulo 25

Frente a nuestra chacra pasaba el camino. Y más allá del camino, ancho como un río, corría el canal principal. Del otro lado estaban las vías del ferrocarril.

Con frecuencia había ido con Carel a ver pasar los trenes. En ocasiones, algún pasajero nos hacía adiós con la mano o el maquinista nos saludaba con una corta y alegre pitada. La máquina fabricando hongos de vapor y los vagones traqueteantes que la seguían en larga fila obediente nos entusiasmaban.

Muchas veces había pensado en viajar, pero no creí que el momento llegara tan pronto.

Sentado junto a la ventanilla miraba el paisaje esperando angustiado el momento en que pasaríamos frente a nuestra chacra.

Papá me había llevado a la estación. Casi no habíamos hablado, a pesar de que teníamos tantas cosas para decirnos. Me di cuenta de que estaba emocionado.

Yo también lo estaba.

- Estudiá mucho.
- Sí, papá.
- Cuidate mucho.
- Sí, papá.

Nos abrazamos. El tren arrancó separando nuestro abrazo como con un tajo.

El tren seguía corriendo. Llegó a la altura de nuestra chacra. Mi madre, mi hermano y mis tres hermanas me saludaban con la mano. Carel, sentado sobre sus patas traseras, completaba el grupo.

Una alameda cruel tapó la escena como si se corriera un telón. Tuve la impresión de viajar en un vehículo de otro planeta. El lugar donde estaba ya no era mi mundo.

Comprendí cuánto amaba a mis hermanas. A la mayor que me daba pequeños mordiscos en lugar de besarme por las mañanas; a la otra porque cuidaba de mi ropa y mis estudios; a la menor por tranquila y suave. Entendí cuán bueno es tener a un hermano mayor y sensato. Añoré el regazo de mi madre, donde me dormía en las veladas en que don Luigi contaba cuentos. Y admiré a mi padre, aquel hombre alto de ojos claros y mansos. Me di cuenta de que Carel era parte de mi vida.

Y más, advertí con sorpresa que no sólo amaba a mi familia y a aquel valle verde y exuberante, sino también al desierto de sampa y jarilla.

- Boletos.

La voz del guarda me sobresaltó.

Volveré, juro que volveré.

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